A
esta edad sigue disfrutando con las actividades físicas
(trepar, columpiarse, deslizarse,...); aunque su juego es
todo movimiento, combinará éste con actividades más tranquilas.
Dedica más tiempo continuado a una sola tarea.
Muestra
mayor autonomía, tanto a nivel motriz como afectivo.
Va
perfeccionando su habilidad manual.
En
su juego se refleja mucho la gran imaginación que tiene
llegando a confundir lo real con lo irreal. Los temores que
puede llegar a sentir de forma más acusada suelen ser producto
de su imaginación. Demuestra sus miedos; son miedos específicos:
a la oscuridad, a los animales,...
Se
refleja claramente en su juego lo que llamamos "juego simbólico",
que es aquel en el que el niño asigna a cada objeto o juguete
de su actividad un papel o rol; a través de este juego,
el niño expresará sus conflictos internos, sus deseos y miedos...Observar
este tipo de juego puede ser de gran ayuda para conocer
cómo vive el niño lo que ocurre a su alrededor.
Por
lo general, le cuesta compartir sus juguetes con otros niños
o necesita llevarlos consigo adonde vaya.
Son
muy sociables; aun cuando realicen una actividad individual
junto a otro niño, suele ir conversando con aquel.
Son
muy habladores y preguntones (los famosos e inacabables "por
qué" ), que ya se inician en el año anterior.
Lenguaje
y memoria se desarrollan mucho a esta edad.
En
el lenguaje apenas comete errores; se acerca casi
totalmente al lenguaje adulto. Si se detectan sería signo
de alarma y motivo de consulta con el especialista infantil.
No debe abandonarse la evolución del trastorno al azar; es
conveniente reeducar el lenguaje del niño antes de que se
inicie en el aprendizaje de la lecto-escritura, pues se agravaría
su problema.
En cuanto a la memoria, no olvidemos que retendrá siempre
con más facilidad aquello que sea de su interés y ahora lo
hará claramente.
Hay
una gran necesidad de afirmarse como persona: ahora
es capaz de imitar a los adultos en muchas cosas. La identificación
con éstos va a ser fundamental en su evolución. Generalmente,
se identificará con el progenitor del mismo sexo, lo cual
ayudará a niño a aceptar su propio sexo. Si faltase
dicho progenitor debería fomentarse la identificación con
otro adulto del mismo sexo que el niño. Otras identificaciones
complementarias (con hermanos, abuelos, maestros,...) contribuirán
a acabar de perfilar las características del niño/a; estas
últimas explicarían la diversidad de caracteres entre
hermanos.
Alrededor
de los 4 años, descubrirá de forma natural la diferencia
anatómica entre los diferentes sexos, y será uno
de los intereses presentes. Intentará verificar cada vez que
le sea posible esas diferencias, tanto con otros niños como
con sus padres. Será algo natural el hacerlo.
En
el dibujo de la figura humana, es capaz de representar
aquellas partes del cuerpo que conoce bien; a medida que vaya
conociendo más, irá completando su dibujo.
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