Objetivos Generales de la Educación Infantil

Evaluación

Si se concibe la actividad educativa como un proceso y la evaluación como un elemento inseparable de la misma, ésta deberá tener en cuenta todo el proceso, de modo que pasa a ser un elemento más de la actividad educativa. Se habla entonces de una evaluación continua que permite regular, orientar y corregir de modo sistemático el proceso educativo.
La evaluación continua empieza en los inicios del propio proceso educativo. Requiere, por ello, una evaluación inicial del niño, para obtener información al comienzo de un determinado proceso de enseñanza y aprendizaje, y adecuar este proceso a sus posibilidades. También, desde una concepción interactiva, se deberán valorar, por lo que respecta al polo de la enseñanza, los recursos con los que cuenta la institución.
El principio de evaluación continua no contradice la posibilidad y, a veces, la necesidad de efectuar asimismo una evaluación al final del proceso de enseñanza y aprendizaje, sea cual sea la extensión del segmento considerado: unidad didáctica, ciclo, etc. La evaluación sumativa trata de valorar el grado de consecución obtenido por cada alumno respecto a los objetivos propuestos en el proceso educativo. De ella se desprende el grado de capacidad y de dificultad con que el alumno va a enfrentarse al siguiente tramo del proceso educativo; por tanto, constituye una evaluación inicial del nuevo proceso abierto.
Por último, y recogiendo las reflexiones anteriores, la evaluación así concebida tiene un carácter formativo, regulador, orientador y autocorrector del proceso educativo, al proporcionar información constante sobre si este proceso se adapta a las necesidades o posibilidades del sujeto, y haciendo posible la modificación de aquellos aspectos que aparezcan disfuncionales. El objetivo fundamental de esta evaluación es orientar y mejorar, a nivel de diseño y desarrollo, tanto los procesos como los resultados de la intervención educativa.
Por otra parte, si en el proceso educativo se interrelacionan inseparablemente el aprendizaje que hace el niño o la niña en la escuela con la ayuda que ofrece el adulto, en la evaluación habrá que tener presentes los dos aspectos: el de la enseñanza y el del aprendizaje. Así, se puede afirmar que la evaluación debe valer para orientar los aprendizajes que niños y niñas realizan y para guiar la enseñanza que el adulto promueve, en un único proceso en el que la enseñanza y el aprendizaje son caras de una misma moneda. 
Vemos, pues, que la evaluación debe entenderse como instrumento de orientación, adecuación y mejora de los procesos de enseñanza y aprendizaje que cada niño o niña realiza en la escuela con la mediación del adulto, y no como un sistema de clasificación o comparación cuantitativa de un alumno con respecto a una norma predefinida. Se trata, por consiguiente, de una evaluación individualizada y criterial que toma como referente unos criterios o metas establecidos teniendo en cuenta la propia situación inicial de cada alumno. Por tanto, suministra información al profesor y al propio alumno acerca de lo que ha hecho, sus progresos y posibilidades.     
La evaluación del proceso de aprendizaje tiene por objeto valorar capacidades. Estas capacidades están expresadas en los objetivos generales de etapa y áreas, y en los objetivos generales del primer ciclo.
Ahora bien, como los objetivos generales de etapa y área no son directa ni unívocamente evaluables, es necesario diseñar objetivos didácticos y actividades de evaluación en cada unidad didáctica o unidad de programación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario